Así operan las casas donde ofrecen servicios sexuales al norte de Bogotá
RCN Radio investigó cómo operan las casas en las que ofrecen servicios sexuales en una exclusiva zona, al norte de Bogotá.

Foto: Foto: Colprensa
A las 11:00 p.m., en Usaquén, al norte de Bogotá, en las calles hay calma. En las esquinas solo se ve a algunas trabajadoras sexuales que intentan, con sus encantos, convencer a los clientes que llegan en sus carros a preguntar por un servicio.
Algunas logran su objetivo, mientras otras siguen esperando, encienden un cigarrillo y se resguardan de la lluvia en los paraderos de transporte público.
Pero hay un punto, sobre la carrera 15 con calle 106, que llama la atención.
Frente a un gran portón gris, sin letreros ni luces, un joven hace guardia desde las 8:00 p.m. hasta las 5:00 a.m. Cada vez que pasa alguien o se acerca un carro, él ofrece los servicios sexuales de las ‘chicas’ que trabajan en el lugar.
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“Va pasando la gente y uno les comenta ‘chicas, chicas’. Así los ‘manes’ de animan y entran”.
Cuenta que tiene 19 años, aunque su apariencia es la de un adolescente. Usa esmoquin, se recuesta sobre su moto y juega en el celular.
La ‘casa de servicios sexuales’ nunca está vacía, aunque el flujo de clientes, según dice, ha disminuido.
“En este momento hay dos clientes, pero desde hace tiempo está solo por todos lados”, comenta, a la vez que explica que los fines de semana la situación es mejor.
Entre risas, y mirando para todos los lados, siempre muy alerta, revela que no es el único club de ‘chicas’ de la zona, pero que todos pasan por momentos difíciles.
Aun así, las ganancias alcanzan.
“Las ‘chicas’ no pueden salir, pero desde que se cuadren les va bien. Una parte [de las ganancias] es para la casa y la otra parte para las ‘chinas’”, dice el joven.
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Para ingresar, hay que pagar cifras que van desde los $200 mil hasta millones. La cantidad de mujeres que trabajan allí es incierta, pero confirma que son muchas.
“Hay muchas. Obviamente siguen las mismas de siempre, pero esas mismas traen amigas. Así es que cada vez se va llenando más el negocio”.
Adentro, con las ‘chicas’, están los patrones. Una de las que manda en el lugar es la mamá del joven vigilante. Sale un momento, le pregunta si va a comer, ingresa nuevamente y cierra la puerta. No permite que nadie vea.
No se escucha ni siquiera el ruido de la música, pero varios vecinos saben lo que sucede allí.
Las autoridades, explica el subintendente Henry Barbosa, de la Policía de Usaquén, hace controles.
“Hay unos planes que, a través de personal de Alcaldía, gestores y personal de Secretaría de Seguridad, en compañía de funcionarios que manejan el registro de medidas correctivas, hacen la verificación del establecimiento y los requisitos para que cumpla con todo lo de ley”, señala el oficial.
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Pero en la práctica, cuenta el joven telonero, la situación es diferente. Los policías, al parecer, patrullan la zona, pero no inspeccionan el lugar.
“No nos molestan porque acá está todo legal. Los ‘tombos’ dicen que [podemos trabajar] hasta las cinco de la mañana, pues hasta las cinco de la mañana se trabaja y ya”, agrega el joven vigilante.
Estas casas de servicios sexuales de ‘chicas’ funcionan de lunes a sábado. Cómo operan, es un ‘secreto a voces’ en una de las zonas más exclusivas del norte de Bogotá, donde estos lugares generan grandes sumas de dinero con clientes que buscan un rato de placer.
Fuente: Sistema Integrado de Información
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