Yoko, el último chimpancé que estaba en Colombia, ya llegó al santuario en Brasil
Con su traslado, el país fue declarado libre de simios de gran tamaño en cautiverio.

Yoko será trasladado a Sorocaba, Brasil
Foto: Bioparque Ukumaría
El domingo 23 de marzo, Pereira se despidió de Yoko, un chimpancé que estaba en el bioparque Ukumarí y era el último en Colombia, ese día emprendió un viaje hasta un santuario de protección en Sorocaba en Brasil donde fue llevado en un avión de carga, luego de más de dos años de gestiones por parte de la Carder, el bioparque y el Proyecto Gran Simio.
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Esta operación denominada Arca de Noé que fue todo un éxito, implicó un viaje de más de 24 horas, en los cuales se aplicaron varios protocolos para garantizar su bienestar hasta su llegada a Brasil.
Según Julio César Gómez, director de la Carder, Yoko partió de Pereira en excelentes condiciones de salud, pese a que es un individuo macho de más de 38 años, pero se estima que podría vivir hasta 50 años más, en compañía de por lo menos 50 ejemplares de su misma especie, en el santuario de Sorocaba en Brasil.
“Ellos tendrían la obligación y la responsabilidad, el santuario y la autoridad ambiental de seguirnos presentando informes semanales, quincenales, mensuales de la evolución de Yoko”, indicó Gómez.
Luis Domingo Gómez, enlace en Colombia del Proyecto Gran Simio, destacó que, con este traslado, Colombia se convirte en el primer país del mundo libre de grandes simios en cautiverio.
“Trasladar a Yoko es declarar a Colombia como el primer país en El Mundo libre de jaulas para grandes simios, es decir, para chimpancés, bonobos, gorilas y orangutanes. Es un hecho inédito en la historia global”, indicó Gómez.
Por su parte, Raúl Murillo, gerente del bioparque Ukumarí señaló que se adelanta la campaña Yoko, en el corazón de los pereiranos, una iniciativa que busca sensibilizar sobre la conservación y el cuidado de la fauna.
Desde su llegada al parque en el año 2018, Yoko recibió tratamiento para problemas de piel y afectaciones en su dentadura, secuelas de los más de 30 años que pasó en cautiverio en manos de narcotraficantes.
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Durante ese tiempo, fue obligado a comportarse como un humano: comía en platos con cuchara, vestía ropa, montaba bicicleta, veía televisión, fumaba y pintaba, perdiendo los comportamientos naturales de su especie.
Fuente: Sistema Integrado de Información
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