Filbo 2025: “Hasta que empieza a brillar”, novela de Andrés Neuman sobre la gran lexicógrafa María Moliner
Desde el sugestivo título comienzan las sorpresas con la lectura de este libro, inspirado en un verso de Emily Dickinson.
Por:
José Luis García
El escritor hispano-argentino Andrés Neuman
Foto: Colprensa
“Tengo la sensación de que estamos hablando de la lexicógrafa más grande de todos los tiempos y, por supuesto, de nuestra lengua. No conozco un caso de alguien que hiciera sola un diccionario y tuviese el impacto que tuvo el Moliner, que en su momento se llamó 'Diccionario de uso del español', pero que conocemos -siempre andar por casa- como el María Moliner o incluso el Moliner".
Así concibe el escritor hispano-argentino Andrés Neuman, ganador del Premio Alfaguara, la importancia de la grandiosa protagonista de su novela “Hasta que empieza a brillar”, según se lo contó apasionado y de manera elocuente a RCN Clásica en la Feria Internacional del Libro de Bogotá (Filbo 2025), donde presentó esta que es su más reciente publicación.
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Desde el sugestivo título comienzan las sorpresas con la lectura de este libro, inspirado en un verso de Emily Dickinson. "Así es. Hay unos versos de Emily Dickinson, poeta a la que adoro, que dicen 'a veces escribo una palabra y me quedo mirándola hasta que empieza a brillar'. Y encuentro que alguien que escribió un diccionario entero sola como María Moliner tuvo esa experiencia de brindarle atención, cuidado y amor a cada palabra hasta descubrir su fulgor. Esto le sucedió a María Moliner 80.000 veces".
La novela tiene elementos históricos e imaginativos, biográficos y conjeturales, documentales e intuitivos, testimoniales y creativos. ¿Pero cómo se dio la amalgama de estos componentes en el proceso de escritura? Neuman reunió copioso material durante casi una década de estudio e investigación: biografías, artículos académicos, reportajes, documentales, testimonios de sus familiares. No obstante, “aunque reuniéramos una montaña de testimonios y huellas de María Moliner, nos quedarían un montón de huecos. Esos son los huecos que traté de ocupar con la ficción: completar la verdad de manera conjetural y a la vez muy amorosa porque, igual que tú, amo mucho a María Moliner y la he estudiado durante muchos años, tanto su vida como su diccionario”.
A esta altura del muy persuasivo y erudito diálogo con el autor, un destacado escritor de novela, cuento y poesía, y una persona generosa de gran calidad humana, yo ya le había tenido que confesar, por razones éticas y profesionales, que mi interés por su libro se había acrecentado exponencialmente cuando supe que la protagonista era María Moliner, a quien admiro y amo, por cuanto había trabajado en la elaboración de la parte final del "Diccionario de construcción y régimen de la lengua castellana", de don Rufino José Cuervo. Y en el proceso de investigación y redacción del diccionario, los investigadores del Instituto Caro y Cuervo consultábamos con frecuencia el “Diccionario de uso del español” (“el Moliner”), además del de la Real Academia Española, del de Autoridades, del etimológico de Corominas y varios más.
Neuman expresó su emoción e interés tras esta revelación y a renglón seguido evocó: "Fíjate, hay un vínculo muy interesante y muy mágico entre Rufino José Cuervo y María Moliner: tienen en común el intento quijotesco de hacer un diccionario ellos solos; tienen una contestación en común frente a la presunta autoridad de la Real Academia Española, que tanto Cuervo como Moliner cuestionan; pero hay un detalle así fantástico que es que, así como muchas estrellas del rock mueren a los 27 años -no, se sabe, no, el club de los 27-, hay un número medio mágico en la lexicografía porque Rufino José Cuervo murió a los 66 o 67 años, que es exactamente la edad a la que María Moliner consigue publicar su diccionario. Así que la empresa que de algún modo deja interrumpida Cuervo se ve, por otros medios y en otro campo de la lingüística, cumplida en la obra de María Moliner".
Y siguió enlazando en su memoria discursiva los nexos entre Moliner y Cuervo: "Y otra cuestión que une a Cuervo y a Moliner es que el diccionario de María Moliner, como tú acabas de corroborar en lo que me cuentas, es un diccionario muy querido y percibido como hospitalario en toda América Latina porque es un diccionario menos centralista y menos imperialista que el diccionario de la Real Academia Española. Y esto es así, primero, porque Moliner es una ciudadana mucho más periférica, una hablante mucho más periférica, digo: mujer en un mundo de hombres; comprometida con la República en plena dictadura franquista; una mujer con conciencia de clase porque, sobre todo porque después del abandono de su padre la familia se queda en una situación de enorme precariedad económica y ella nunca olvidó, incluso después de recuperar su estatus económico con mucho trabajo y mucho esfuerzo, nunca olvido que había mucha gente que no se podía permitir ir a la escuela, alfabetizarse, tener libros, y dedicó buena parte de su vida a llevar a los pueblos las bibliotecas y los libros".
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Doña María no conoció Latinoamérica, pero sí leyó y se nutrió con las obras de los más connotados escritores del boom de la literatura latinoamericana en los últimos años de la elaboración del diccionario (década del sesenta del siglo pasado). Del mismo modo, Neuman se interesa por la literatura colombiana: en el diálogo con RCN Clásica citó el bello y sentido libro “Lo que no tiene nombre”, de Piedad Bonnett, y recordó la necrológica de García Márquez a la muerte de Moliner, en la que dijo que su diccionario era dos veces más largo y más de dos veces mejor que el académico. Eso hasta el punto de citar el final de “La vorágine”, de José Eustasio Rivera, para establecer una analogía con la vida y obra de doña María: así como a su protagonista “se lo tragó la selva”, a María Moliner se la tragó el diccionario como si no hubiera hecho nada más. Ella pasa a la posteridad solo por el diccionario.
Una de las mayores injusticias que sufrió doña María en su vida, a la que los sectores ultraconservadores y franquistas denominaban como la lexicógrafa "roja" por su cercanía a la República, fue su no inclusión como miembro de la Real Academia Española, aunque reunía más que nadie todos los merecimientos y la valía como filóloga, lingüista y mujer. Sin embargo, precisamente este último fue uno de los obstáculos para que no la eligieran integrante de la Academia, entre varios: el hecho de ser mujer en una sociedad patriarcal y machista. De este episodio también trata la novela de Neuman.
Sin querer hacer espóiler, ese horroroso e innecesario anglicismo recientemente aprobado por la Academia, y casi que con la petición de permiso al autor, le pregunté por la paradoja vital que experimentó al final de sus días doña María, experta en las palabras que en esa última instancia de su vida le eran esquivas. “De las muchísimas metáforas que pueblan la vida de María Moliner y que convierten su vida en una novela prodigiosa, más allá de su diccionario, está ese final tan cruelmente poético que tiene. Hemos dicho que García Márquez escribió la necrológica más famosa de doña María en el año 81, cuando muere, pero es que María Moliner terminó sus días como un personaje de ‘Cien años de soledad’: aquella escena en que se escriben los nombres de las cosas en un papelito para no olvidarlos. Y doña María pudo haber tenido que escribir el nombre de ese libro que contenía todos los nombres para no olvidarse de que ese libro se llamaba diccionario y que lo había escrito ella”, nos respondió dramática y elegíaca y poéticamente.
Como colofón, el escritor hispano-argentino Andrés Neuman, autor también de la novela “El viajero del siglo”, con la que ganó los premios Alfaguara y de la Crítica, sintetizó el argumento de la historia de nuestra admirada y amada lexicógrafa con un metafórico retruécano: “Se podría decir que ‘Hasta que empieza a brillar’ es una novela sobre la vida íntima de las palabras en general y sobre la intimidad de la maestra de todas las palabras que fue doña María Moliner”.
Fuente: Sistema Integrado de Información
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