Por: RCN Radio
Si bien los niños deben vivir todas las emociones y procurar autorregularlas para llegar a la calma y el control, es responsabilidad de los adultos garantizar su sano desarrollo, principalmente los primeros años de vida.
El riesgo está en que la infelicidad en los menores, derivada de la no satisfacción de sus necesidades básicas y emocionales, puede generar estrés tóxico y poca empatía e inducirlos a padecer trastornos.
En caso contrario, los niños/as se ven inseguros y temerosos, muestran poco rendimiento escolar y pueden presentar adicciones. Un niño que no se siente feliz o en calma.
De acuerdo con los expertos de United Way Colombia, “la felicidad es una experiencia relacionada con el desarrollo biológico del cerebro que generan unas hormonas que contribuyen a sentirse bien”.
Un niño o niña que se muerde los labios y dedos, prefiere estar solo antes que interactuar con otros, llora constantemente, se queda cerca de sus maestros o se limita a unos pocos amigos, es temeroso y tiene episodios irascibles.
Un padre de familia o profesor debe fortalecer sus habilidades socioemocionales para encontrar la sensibilidad con el niño o niña, entendiendo que es un ser humano en evolución.