El papa Francisco sorprende a los fieles y aparece en la misa del Domingo de Resurrección
El papa dijo: "Queridos hermanos y hermanas, ¡Feliz Pascua!"
Por:
Juan Camilo Cely
Papa Francisco en Semana Santa
Foto: AFP
A las 13:48 horas, el Papa Francisco apareció con voz ronca y paso sereno en la Logia central de las Bendiciones de la Basílica de San Pedro, tras 38 días de hospitalización y una larga convalecencia en Santa Marta. Pese a su frágil estado de salud, el Pontífice quiso estar presente en el Domingo de Resurrección, uno de los días más solemnes del calendario cristiano. “Queridos hermanos y hermanas, ¡Feliz Pascua!”, dijo con visible esfuerzo antes de impartir en latín la tradicional bendición Urbi et Orbi, reservada al Papa en Pascua y Navidad: “Benedicat vos omnipotens Deus, Pater, et Filius, et Spiritus Sanctus”.
A causa de su estado físico, el mensaje fue leído por el maestro de ceremonias, monseñor Diego Ravelli, quien expresó con fuerza el llamado central del Papa para este año: “¡Quisiera que volviéramos a esperar que la paz es posible!”
Desde el Santo Sepulcro, lugar donde este año la Pascua coincidió para católicos y ortodoxos, el mensaje recorrió, como ya es habitual, los principales conflictos que desangran al planeta, pero con un tono más urgente. “¡No es posible la paz sin un verdadero desarme!”, advirtió Francisco en su texto. “La necesidad que tiene cada pueblo de proveer a su propia defensa no puede transformarse en una carrera armamentista general”.
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El Papa denunció el uso desmedido de los recursos para fines bélicos y exhortó a los líderes mundiales a invertir en causas humanas: “Utilicen los recursos disponibles para ayudar a los necesitados, combatir el hambre y promover iniciativas que favorezcan el desarrollo.
Éstas son las armas de la paz: las que construyen el futuro, en lugar de sembrar muerte”.
Francisco se detuvo especialmente en la tragedia de Palestina e Israel, expresando su cercanía con los cristianos de ambos pueblos. “Es preocupante el creciente clima de antisemitismo que se está extendiendo en el mundo”, dijo, al tiempo que recordó a la comunidad cristiana de Gaza, víctima de una “situación humanitaria dramática e innoble”. El llamado fue rotundo: “¡Alto el fuego, liberen a los rehenes y presten ayuda a la población, que padece hambre y aspira a un futuro de paz!”
En su tradicional repaso por las regiones en conflicto, Francisco se refirió también a:
- Líbano y Siria, donde pidió por la estabilidad política;
- Yemen, país que atraviesa una de las peores crisis humanitarias prolongadas;
- Ucrania, a tres años del inicio de la invasión rusa, donde rogó por una “paz justa y duradera”;
- Cáucaso Sur, con un deseo expreso: “Que se firme y aplique pronto un acuerdo de paz entre Armenia y Azerbaiyán”;
- Balcanes Occidentales, República Democrática del Congo, Sudán, Sudán del Sur, y toda el Cuenca del Sahel y el Cuerno de África, pidiendo consuelo y esperanza para las víctimas de los conflictos armados;
- Myanmar, con un mensaje de aliento tras el devastador terremoto de Sagaing y el anuncio reciente de un alto el fuego.
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En un giro reflexivo, el Pontífice volvió sobre el núcleo ético de su mensaje: “No es posible la paz donde no hay libertad religiosa, libertad de pensamiento y respeto por las opiniones de los demás”. También advirtió sobre el drama silencioso del desprecio hacia la vida vulnerable: “Dios nos creó para la vida… cada vida es preciosa: la del niño en el vientre materno, la del anciano o el enfermo”.
El mensaje, cargado de esperanza pero también de una crítica firme al orden global actual, terminó con un poderoso llamamiento humanitario: “Que nunca se pierda el principio de humanidad como piedra angular de nuestro actuar diario”, subrayó, y añadió: “Que esta Pascua sea una ocasión propicia para liberar a los prisioneros de guerra y a los prisioneros políticos”.
Al final, y antes de retirarse visiblemente agotado, Francisco dejó una imagen potente: descendió a la plaza para saludar personalmente a los fieles, un gesto que conmovió a miles de presentes y reafirmó su compromiso, incluso en la debilidad física, con el mensaje central de su pontificado: la paz como único camino posible.
Fuente: Sistema Integrado de Información
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